jueves, 12 de agosto de 2010

Señoras que creen que tienen alcurnia y clase por tener dinero

Es bien sabido por todos que el verano, por sus elevadas temperaturas, es una época propensa para las descomposiciones gástricas. Yo no me sustraigo a esa norma y he pasado a ser una víctima más. Creía que todo se debía a un mal endémico que me persigue: el descontrol cuando de comer barbacoa se trata. Pero un análisis más profundo descarta ese origen. Resulta que la descomposición que sufro se debe a haber visto Mujeres ricas


-¡Oh Dios mío! ¿Qué es Mujeres ricas?- diréis algunos presas del pánico. Pues bien, se trata de una especie de documental-reality en que cuatro espantajas nos abren las puertas de sus mansiones. Estas espantajas no carecen de otra virtud que la de estar forradas. Son las que siguen:


1- la argentina. Afincada en la Marbella de Gil y Gil, es toda una celebrity en su país. Se casó con un futbolista de la época dorada del Boca. Y de ahí saltó al estrellato. Presume de ser toda una madraza de tres niños que está criando, obviamente el servicio. Esta tipa te cae mal a los tres minutos del programa. Para que os hagáis una idea, parafraseo la que para mi ha sido su intervención estelar:


"las prostitutas no son lo mismo que las putas. Las prostitutas comercian con su cuerpo a cambio de plata, y eso es muy digno. Las putas, en cambio, destrozan familias. A menudo se ha asociado a mi marido con putas y ¿qué he hecho yo? Ser más puta que ellas"


2. la francesa. Ésta tiene algo más de clase (deduzco que por su acento afrancesado).Es propietaria de una discoteca en Marbella. Odia a su nuera y su nuera la odia a ella. Su marido tiene un papagayo al que besa en la boca. Ella siente celos, porque le besa más que a ella. Presume de llevar 15 años con el mismo servicio y de ser, contrariamente a la común opinión, nada frívola y superficial. -¡Los cojones! - Dirá alguno. Pues eso.


3-La española. Ésta es, junto con la argentina, la que peor me cae. Confiesa no saber qué valen las cosas que se compra. Es muy pesada. Afirma que navegar en su yate le hace sentir libre. Se cree una mecenas del arte cuando en realidad es una mamarracha más. Se le antojó un Miró. El marido no quería comprárselo. Su empresa podría invertir ese dinero en opciones mejores -decía él-. (¿Qué mejor inversión que no despedir masivamente a tus empleados, payasa?-digo yo.) Al final no se llevó el gato al agua y el Miró sigue en manos de una constreñida galerista. Han invertido en comprar otro cuadro de una joven promesa aunque desconocida porque, en tiempos de crisis, hay que invertir en gente que lo necesita. Esto te lo cascan así, mientras se beben un vinaco que cuesta tres pares de cojones.


4. Las hermanas recién divorciadas. Éstas no me producen ni frió ni calor. Por un lado, tienen pinta de ser más vulgares, más normales (a veces rozan la poligonería) y por otro, una de ellas tuvo un gesto que me gustó bastante. Regañó a su hija adolescente por haber vuelto de viaje y no haber recogido la maleta. Se enfadó bastante con ella.



En fin, estas son las conclusiones que obtengo después de haber visto el primer capítulo. Si mi esfínter me lo permite, seguiré viendo más y comentaré con todo aquel que se preste en sucesivos episodios.


1 comentario:

  1. Mari!!!!! por fin he podido ver tu blog, y he de decir que me gusta mucho!!! espero con ganas que escribas frecuentemente, pues me gusta tu mandera de contar las cosas (siempre me sacan una sonrisa).
    en cuanto a las ricas, qué decir... son un poema. a mi me gusta la argentina, la verdad, porque es la que más gracia me hace (no porque sea una buena persona), pero cierto es que todas son unas mamarrachas. El dinero ingente hacen que pierdan el sentido de la realidad.
    un besooo

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