Como no tengo un tema sobre el que escribir, voy a hacer una recopilación de las cosas que he pensado a lo largo de la última hora:
Hacer una paella es algo sumamente difícil. Es difícil incluso ver cómo se hace.
Sustituir el café por coca-cola no está dando buen resultado. Me da la sensación de que por dentro de la boca está surgiendo una especie de película que hará que cualquier día las babas sean negras. Habrá que sustituir la coca-cola por algo. Oigo en las noticias que las bebidas no alcohólicas han incrementado su precio (o eso me parece escuchar)
Creo que Soraya Sáenz de Santamaría se ha pasado con el sol. Nunca me ha gustado ella, pero ese barniz hace que me recuerde al señor Zaplana y eso aumenta mi rechazo.
La polémica generada en torno a la ley del aborto (y en general, la surgida en torno a las nueva legislación sobre la "sexualidad de la mujer" -por llamarlo de alguna manera). Como soy mujer y sexualmente activa por decisión propia, expreso mi opinión sobre el particular. No me gusta que los médicos puedan hacer objeción de conciencia a la hora de practicar una aborto. Bueno, o sí me gusta. Es decir, creo que también podrían hacer objeción de conciencia a la hora de cobrar los honorarios procedentes del Estado si no están de acuerdo con la legislación vigente. El tema de la conciencia será mejor, en todo caso, dejarlo para la mujer que va abortar y así dejar de poner trabas a un proceso que ya es, en su definición, difícil.
Como toda ley que no se aprueba por amplia mayoría parlamentaria, es controvertida. Lo cual está muy bien. Hay gente a la que le parece bien, hay gente a la que le da igual y hay gente a la que no le parece bien. Sobre la gente a la que le parece bien, bien me parece. Sobre la gente a la que le da igual, bien me parece también. Sobre la gente a la que le parece mal, bien me parece. Ahí tenéis mi espíritu democrático, aunque he de hacer una salvedad. Humildemente, creo que la parte que se opone ha entrado en una actitud beligerante que es, además de inapropiada para un sistema democrático, bochornosa. Es frecuente leer pancartas con ésloganes del tipo: ¡ZP, asesino!, ¡Gobierno, asesino!, ¡Aido, ojalá hubiera abortado tu madre! (nótese la contradictio in terminis) y cosas que mi pudor me impide reproducir. Tan vano alarde de amor a la vida debe ir acompañado, en todo caso, de algo de amor -y sobretodo de respeto- al prójimo. Es decir, no quieras más al óvulo fecundable y al fértil esperma de lo que quieres a tus conciudadanos.
Me llama poderosamente la atención que la gran mayoría de los asistentes a eventos tales son individuos a los que la opción de abortar lejos les queda: señoras y señores menopáusicos todos, hombres, clérigos sexualmente inactivos (?) por decisión propia, niños con testículos que no generan semen y niñas a las que años les quedan para ser mujeres. En fin, será que es fácil abanderar una causa que no es la tuya.
Con toda esta parrafada, ideas generadas en 60 minutos, quiero decir que cada vez siento más aversión a que venga nadie, bajo el eslogan que sea, a crearme problemas de conciencia y moral. Que tengo 22 años, una carrera prometedora (????) por delante y no tengo pareja. Que el día de mañana puedo ser víctima de una concatenación de errores anticonceptivos y no me gustaría verme estigmatizada socialmente bajo el rótulo de asesina.
Todo mi apoyo a aquellas mujeres que hayan interrumpido voluntariamente su embarazo. Voy a tomarme el café, que ya es hora.